Francisco
Germá Alsina, ingeniero industrial, profesor, político y
enólogo. Nació en Cerviá de les Garrigues (Lleida) en 1887 y
murió en Huelva en 1982 a los 95 años de edad. Desarrolló toda
su trayectoria profesional en Jerez, donde llegó a ser alcalde dos
veces durante la Segunda República por lo cual fue encarcelado por
los golpistas.
Familia
Sus
padres eran payeses. Tuvo diez hijos
Formación
Era
ingeniero industrial químico y licenciado en Ciencias
Docencia
Fue
profesor auxiliar numerario del instituto de segunda enseñanza de
Jerez, y catedrático interino de mercancías de la escuela pericial
de comercio.
Trayectoria
profesional
Hacia
1914 llegó a Jerez y fue uno de los primeros químicos,
especialistas en vinos que llegó a la ciudad. Fue director del
laboratorio de análisis de Jerez. Perteneció a la Asociación
Gremial de Criadores y Exportadores de Vinos de Jerez.
Publicaciones
En
su faceta como escritor y experto en vinos, publicó una monografía
sobre el vino de Jerez.
Política
En
las elecciones municipales de abril de 1931 participó en la
candidatura monárquica, dentro de los llamados gremiales, con los
que obtuvo el acta de concejal, después de aceptar la propuesta que
le hizo la Cámara de Comercio e Industria, dejando constancia que lo
hacía:
“Teniendo
en cuenta que las elecciones de concejales sólo deben tener por
objeto llevar al municipio personas que el cuerpo electoral considere
aptas y capacitadas para regir y administrar los intereses locales,
la Cámara consideró que no había inconveniente en dar un nombre
para esa candidatura gremial, siempre que el designado fuera a la
lucha con el carácter de administrativo. Y en estos términos acepté
el honor que la Cámara me hacía. No iré, pues a las elecciones con
carácter político alguno, ni como monárquico, ni como republicano,
ni con el matiz de derechas ni con el de izquierdas”.
En
julio de 1931, junto a otros siete concejales gremiales, decidió
pasarse al campo republicano, dentro de las filas de Acción
Republicana, al comprender que la monarquía había desaparecido de
España y la necesidad de fortalecer la democracia bajo la República.
Alcaldía
de Jerez
El
23 de diciembre de 1931 se hizo cargo de la alcaldía jerezana,
encontrándose un panorama desolador:
-
Una huelga general inminente; la gran cantidad de parados, el estado
caótico de la administración.
-
Lo primero que hizo fue gestionar la bolsa de trabajo, consiguiendo
que la nómina de la misma corriera a cargo del Instituto Nacional de
Previsión.
-También
abrió una suscripción popular para ayudar en el reparto de pan a la
población.
-
Viajó a Madrid, consiguiendo una subvención de 30.000 pesetas con
destino al paro obrero.
-
En el camino de vicisitudes políticas que padeció, tuvo que sufrir
el que le destituyeran de su cargo de concejal, a consecuencia de la
ley de incompatibilidades, en 1934, “por desempeñar los cargos de
auxiliar numerario de la sección de ciencias del instituto de
segunda enseñanza y catedrático interino de mercancías de la
escuela pericial de comercio”.
El
20 de febrero de 1936, siendo alcalde Manuel Díez Hidalgo, recibió
un telegrama del gobernador interino en el que, cumpliendo
disposición ministerial del nuevo gobierno de D. Manuel Azaña,
“ordenaba la reposición de los concejales de elección popular que
fueron suspendidos a raíz del movimiento revolucionario de octubre
de 1934”.
Un
día después, Germá volvería a ser nombrado alcalde de Jerez, esta
vez incorporado a las filas de Izquierda Republicana, del que era su
líder, ocupándose además de la presidencia de la comisión de
hacienda, ocupó la alcaldía solo unos meses.
Guerra
Civil. (autotestimonio)
¿La
guerra civil? Deu meu de la meva vida.
“La
primera noche llegaron tres falangistas a mi casa. Fue el primer
aviso. Cogieron las llaves, bajaron al garaje y se llevaron el coche.
Me enteraba que iban matando a todos los alcaldes de la República y
pensé que llegaba mi día cuando unas semanas después aparecieron
otros cuatro tíos con fusiles y, delante de mis hijos, me metieron
en un camión. Ya allí sentado, el encargado sacó una lista y
maldijo. Le faltaba uno de los tres que tenía asignados, uno que se
había escapado. Su compañero dijo que le daba igual, pero él, muy
firme, dijo que "o mato a los tres o no mato a ninguno".
Allí me dejaron. Me había librado de la primera.
Mi
hijo mayor estaba asustado y se puso en contacto con amistades que
tenía en Cádiz.
Garantizaron
que no me harían nada. Pero estaba claro que querían darme un
escarmiento, no sé por qué. Me encarcelaron y me llegó de nuevo el
último día. Me metieron en un camión con un buen grupo de
personas. Me coloqué mi sombrero. Iban a matarme. Me trasladaron a
la plaza de toros. Nos bajaron a siete y nos colocaron en el paredón.
De repente, escuché una voz de uno de los falangistas: "Francisco
Germá, al camión". Me volví a sentar en el camión y desde
allí observé la descarga: ta ta ta tá. Cayeron los seis ante mis
ojos. Bajaron a otros siete, me volví a colocar en el lugar y
repitieron la operación. "Francisco Germá, al camión".
Otra descarga. Regresé, solo en el camión, a la cárcel.
En
la cárcel compartí calabozo con Teodro Miciano, el grabador que
era mi yerno. Mi hija Paquita se había enamorado de él. Era un
guasón Teodoro y un hombre valiente. En aquella época había una
enfermedad que llamábamos del piojo verde, una especie de tifus. Nos
colocaron a un preso con el piojo verde y no sé cómo no lo
contrajimos. Los dos nos separábamos de él con las manos en la
boca. Luego Teodoro escapó con Paquita a Madrid y, cuando tomaron
Madrid, Teodoro fue de los que intentaron huir a Argentina desde la
playa de Alicante. Teodoro estaba sentenciado porque fue el mejor
caricaturista de Franco y Franco se la tenía jurada. Sobrevivió
porque era un superviviente.
Y
mi historia siguió en el destierro. El hijo de un amigo íntimo me
denunció, supongo que porque en tiempos no le coloqué en la Cruz
Roja. Pasé cinco años en Orense, donde monté un laboratorio
enológico, uno de los más modernos del país, pero, la verdad, no
era una época en la que la gente se preocupara del vino. En Orense
viví el final de la guerra, aunque tuve que esperar algún tiempo a
que se ordenara el fin de mi destierro. Regresé un tiempo a Jerez,
no demasiado.
Reconocimientos honoríficos
La ciudad de Jerez le tiene dedicado una calle
Reconocimientos honoríficos
La ciudad de Jerez le tiene dedicado una calle
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